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Mi historia con la televisión

    Los adultos me tienden a repetir lo afortunada que he sido al vivir en una época en la que la comodidad y la tecnología están hasta en el aire que respiramos. La verdad es que a pesar de que nuestra generación apenas se da cuenta de ello, los mayores tienen razón.
    Y es que el otro día me puse a pensar ('guau', dirían los adultos, 'alguien de la generación millenial por fin levanta su cabeza del móvil y empieza a reflexionar sobre la vida', cosa con la que estoy en desacuerdo pero eso lo dejaremos para otra ocasión) y empecé a observar cómo había cambiado nuestra vida en comparación con la de hace 50 años y sin irme tan lejos, con hace 10 años. Por ejemplo, la fotografía. Tengo 2 hermanos pequeños y a mí todavía me tocó ir al fotógrafo a revelar el carrete para imprimirlas, pero la mediana fue de la época de guardar las fotos en el ordenador y mi hermano, de únicamente sacar las fotos con el móvil.
    Si yo, una persona que no alcanza ni la veintena se da cuenta de el gran cambio tecnológico, no es de esperar que los adultos estén prácticamente 'flipando en colores' cuando sacan algo nuevo al mercado. Esto es visible en la televisión. Antes ellos ni siquiera disponían de televisión en casa y cuando lo hicieron, ya estaban en la universidad posiblemente y ni siquiera era a color. 

    Yo cuando nací ya vivía en una casa que tenía televisión aunque la oferta de canales, según recuerdo, no era demasiado amplia (aunque no se compara con sólo tener La 1 y La 2). Los canales para niños debían de ser apenas un par y en mis primeros cinco años de vida no vi demasiada programación televisiva, pues mi madre consideraba que ciertos programas no eran apropiados para los niños. 

    Por ello, usaba la televisión para ver películas que sí pasaban la criba como Maisy la ratona(la cual por cierto veía en VHS, gran reliquia), películas de Disney como la Bella Durmiente (la cual vi más de 50 veces sin exagerar y cada vez que la bruja aparecía, llamaba a mi madre por el miedo que me daba aunque la pobre a la vigésima vez ya se cansaba) o películas de Barbie.



    Paralelamente a mi crecimiento, la oferta de canales también creció y aunque seguía viendo películas, ya empecé a demostrar el gusto por canales como Disney Channel o Clan cuando la TDT llegó y aunque no era una persona de ver mucha televisión, recuerdo con añoranza programas como Sunny entre Estrellas, Lazy Town y la película Programa de Protección de Princesas, que me hizo empezar la ardua tarea de ser fan de actrices y cantantes como Selena Gomez o Demi Lovato. De Disney una película destacada que marcó mi infancia fue la de 'Tú a Boston y yo a California' en la que me acuerdo de haber aprendido el choque de puños que tiene la protagonista con el mayordomo.

  
    Lo que me hizo ralentizar el 'ver programas para mayores' fue cuando nació mi hermana pequeña, quien conforme fue creciendo, ella también empezó a ver la televisión y como había que compartir, me tenía que dignar a ver con ella programas 'tan interesantes' para mi yo de 8 años como Pocoyó.
                                
    Algo que si me acuerdo muy bien es de ver cada día un programa llamado 'Las Winx' (el cual es eterno, por cierto ya que no pasé de la 4ª temporada cuando tenía 8 años y todavía sigue en el aire) aunque dejé de ver la televisión gradualmente conforme fui apuntándome a actividades extraescolares.

    Debido a eso a partir de los 10 años dejé de ver la televisión menos cuando veía películas (infantiles, por mi querida hermana) y en las vacaciones, en las que veía reality shows como Tu estilo a juicio o Guerra de Cupcakes. Era y sigo siendo una gran fanática de las novelas clásicas y Ana de las Tejas Verdes se convirtió en uno de mis libros especiales, tanto que después de leer los libros decidí también pedir prestadas en la biblioteca las películas.
También recuerdo estar muy obsesionada con la franquicia de muñecas Monster High, que eran hijxs de monstruos y había una serie y varias películas de ello y verlo era uno de mis pasatiempos preferidos. Y decidí superar mis miedos a prácticamente cualquier cosa de suspense y misterio que saliera en la tele (porque tenía traumas hasta con el pato Donald) y comencé a ver la serie de Scooby Doo Misterios S.A (un reboot de la serie original con elementos más de thriller) y a quien traumatizó esta vez fue a mi hermana por lo que tuve que dejar de verla a pesar de ser probablemente mi favorita.

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 Cuando cumplí 13 años me di cuenta de mi poca cultura cinematográfica y televisiva y me propuse ver más series de televisión y películas y fue cuando empecé a verlas en el ordenador. Mención aparte merece Pretty Little Liars (Pequeñas Mentirosas en español), a la que recordaré con cariño especial porque fue de las primeras series que vi (habiendo leído primero los libros en vez de al revés porque me gusta llevar la contraria) y de la que me encariñé tanto hasta el punto de leer teorías y tener grupos de Whatsapp e Instagram, permitiéndome conocer a gente por Internet y hacer buenos amigos.


    Esto dura hasta hoy en día, sigo viendo series en Internet y en el móvil (debo darle las gracias a las páginas de streaming online, pues no tengo Netflix) y debido a las redes sociales puedo ahora comentar con gente de todo el mundo, mi repertorio de series cada vez es más amplio, destacándose también series como Stranger Things o One day at a time y ahora tengo otro hermano, lo que quiere decir que hasta dentro de 10 años seguiré relegada a ver películas animadas aptas para todos los públicos.
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